Especismo...Discriminación por distinta especie


todas las discriminaciones son injustas e inmorales
todas las discriminaciones se basan en razones arbitrarias



EL ESPECISMO ES LA DISCRIMINACIÓN DE OTROS INDIVIDUOS BASADA EN LA ESPECIE A LA QUE PERTENECEN.

Todo individuo que no pertenezca a la especie humana no merece ser respetado ni es digno de recibir una consideración igualitaria de sus intereses básicos. Esto es, fundamentalmente, lo que viene a ser el especismo.

Los humanos, una vez más, sitúan a otros individuos, esta vez gallinas, peces, conejos, vacas, tigres y demás animales no humanos, en un "escalón moral" más bajo, sometiéndoles bajo su criterio y decidiendo en su nombre quién debe vivir y quién ser libre, sin dar importancia ni valor alguno a sus vidas, justificando esta actitud discriminatoria en razones absolutamente arbitrarias e irrelevantes, característica común que se da en el resto de prejuicios reconocidos, como son: el convencimiento de ser superiores a los individuos a los que se somete, la seguridad que dichos individuos carecen de intereses propios y la certeza que dichos individuos son de nuestra propiedad.

Argumento 1 : los demás animales no pueden hablar
Utilizar el habla, como una de las facultades exclusivas de los humanos y que nos diferencia del resto de animales, para justificar una supuesta superioridad sobre ellos no tiene ningún sentido y además resulta injusto, ya que ni tan siquiera todos los humanos somos capaces de hablar y, por tanto, también podríamos aplicar dicha superioridad sobre aquellos humanos que son mudos y sin embargo no lo hacemos.
Además el hecho de que los animales no humanos no posean la capacidad para hablar no quiere decir que no se comuniquen entre ellos, más bien que cada uno utiliza un tipo o código de comunicación para entenderse. Tampoco nosotros somos capaces de comunicarnos como lo hacen las abejas o las ballenas y eso no supone que seamos inferiores a ellos.

Argumento 2 : los demás animales no son inteligentes
Ocurre exactamente lo mismo con el tan recurrido argumento de la inteligencia que poseemos los humanos y la más que asumida supremacía que a prioridad nos coloca en un escalón por encima de ellos. Pero nuevamente este razonamiento queda en evidencia y se cae por su propio peso porque los recién nacidos, las personas con algún tipo de discapacidad mental o las personas que padecen Alzheimer, por ejemplo, son humanos y tampoco gozan de una inteligencia tal que les permita valerse por sí mismas o que puedan enfrentarse y resolver problemas de la vida diaria y nadie, absolutamente nadie cuestiona el respeto por su integridad física y moral.

Argumento 3 : los demás animales no pertenecen a nuestra especie
Queda por rebatir si el hecho de pertenecer a la especie “homo sapiens” constituye en sí una razón de peso para merecer respeto hacia nuestros propios intereses y, a su vez, para negárselos a los demás.

Nosotros consideramos que los animales humanos no somos una especie formada por individuos superiores al resto, simplemente somos uno más y compartimos este mundo con otros. Mantenemos que tampoco se nos ha otorgado un poder supremo, por el cual seamos jueces de nadie y podamos decidir sobre la vida y la libertad de los demás.
Si estamos de acuerdo con los argumentos iniciales, si realmente el intelecto o aptitud para hablar fuesen los parámetros a tener en cuenta a la hora de decidir quién merece respeto por su vida y libertad y los trasladáramos a los humanos, aquellas personas con los mayores coeficientes de inteligencia del mundo o aquellos que dominarán la retórica... ¿serían los nuevos amos y el resto, los menos inteligentes, seríamos sus esclavos?

Como vemos, queda claro que las razones que sirven y han servido durante siglos para establecer diferencias y así justificar la discriminación de los demás animales también se dan entre los humanos. Sin embargo, en la sociedad actual parece ser que esas diferencias no interesan que sean aplicadas a los mismos humanos porque eso supondría un debate moral que pondría todo y a todos en una situación comprometida.


¿Cuál es el origen de este prejuicio? ¿Cómo hemos llegado a ser especistas? ¿Por qué estamos tan convencidos de que son inferiores a nosotros y que nos pertenecen?
La respuesta a todas estas preguntas la encontramos en la educación especista que hemos recibido desde niños. Dos son los pilares de dicha educación: las enseñanzas adquiridas en la escuela y las vivencias experimentadas en casa, con la familia.

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